Por Claudio López Bruzual M.D
La Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) es la séptima causa principal de muerte a nivel mundial. Es más, en el 2014 se estimaba que, en los Estados Unidos, este mal era la cuarta causa de muerte con una tasa de 39.1 defunciones por cada 100,000 individuos; de los cuales 44.3 eran varones y 35.6 mujeres.
Como usted sabe, los efectos de este problema son devastadores para los pacientes a nivel físico, emocional y económico. Es frecuente que se presenten comorbilidades, como osteoporosis y problemas cardiovasculares que afectan la vida del paciente (y de su familia), lo cual lo conduce a la depresión. Y por la parte económica se calcula que los costos, directos e indirectos, para el sistema de salud de Estados Unidos alcanzan los 36 billones de dólares anualmente.
Esto deja claro que tener un buen manejo de esta enfermedad redunda en un enorme bienestar tanto para los pacientes como para el sistema hospitalario, la sociedad y para usted como profesional de la salud. Desafortunadamente, una de las herramientas más útiles y efectivas para lograrlo es a menudo infravalorada, y por ende, infrautilizada: la espirometría.
Ventajas de la espirometría en el tratamiento del EPOC
La Iniciativa Global para el Diagnóstico, Tratamiento y Prevención de la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (GOLD por sus siglas en inglés), en su informe 2020, hace énfasis en la importancia de que el médico de primer contacto sea capaz de detectar la enfermedad para dar pie rápidamente a que el especialista brinde un apropiado tratamiento y manejo del EPOC.
Como usted sabe, los individuos que requieren espirometría para diagnóstico/evaluación de su función pulmonar son los siguientes:
- Pacientes con eventos respiratorios recurrentes. Por ejemplo, bronquitis agudas, gripes mal cuidadas, tosedores crónicos o personas con producción excesiva de esputo.
- Pacientes con historia de exposición a factores de riesgo. Es decir, fumadores, exfumadores, fumadores pasivos, pacientes con déficit de alfa-1-antitripsina y exposición ocupacional a polvo, vapores, materiales orgánicos y químicos.
- Sujetos con actividad física limitada debida a la disnea.
- Personas con historia familiar de EPOC.
El mero hecho de que el médico de primer contacto indique una espirometría de rutina o, según el caso, una pletismografía corporal, agiliza el diagnóstico, lo cual es vital a largo plazo para evaluar la respuesta al tratamiento, el ajuste de medicamentos y el monitoreo de la progresión de la enfermedad.
Una relación entre la FEV1/FVC efectuada 15 minutos después de la inhalación de un broncodilatador de acción corta SABA (salbutamol, albuterol) < 0.70 confirma la existencia de una limitación persistente o fija al flujo de aire. Y esto solo se puede saber con certeza mediante una espirometría.
Los estragos del diagnóstico tardío del EPOC
A pesar de las recomendaciones de diversos organismos internacionales, la espirometría sigue siendo infrautilizada en la práctica clínica primaria. En general su poco uso se atribuye, por parte del paciente, al desconocimiento acerca del beneficio del diagnóstico de la enfermedad, a falta de tiempo y/o recursos. O bien, a que los médicos tienen poca familiaridad con la técnica y/o dificultad para interpretar los resultados.
Aunque los pacientes puedan ser referidos al especialista para su diagnóstico, el seguimiento en esas circunstancias siempre será limitado debido a la detección tardía. Para cuando se diagnostica el EPOC el paciente ya pasó por tratamientos incorrectos o ya perdió valioso tiempo que pudo haber mejorado notablemente el pronóstico y el manejo de la enfermedad.
Referencia: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7886101/